En la teología de Juan Wesley, a diferencia de otros teólogos contemporáneos, predominan ampliamente los temas que tienen que ver con la condición humana y la vida cristiana. La doctrina de Dios y la cristología ceden lugar a la sotereología: la doctrina de la salvación por la gracia.
Bien podemos decir, sin temor a equivocarnos que él desarrolla la doctrina de la justificación y del corazón ardiente. Este énfasis teológico es el aporte de Wesley a la teología evangélica.
Wesley no desarrolla una teología sistemática, no porque no tuviera estudios teológicos, sino más bien una teología práctica, que intente llegar más al corazón del ser humano y no tan sólo a su mente. En otras palabras, desarrolla una teología popular en el que Dios esté al alcance del pueblo.
La necesidad de dar prioridad a este tipo de teología popular es por el estado de emergencia en que se encuentra la persona humana.
Esta urgencia está dada en que todas las personas nacen en pecado y están espiritualmente muertas en este mundo y se van desplazando lentamente hacia una muerte física.
De ahí que Wesley deje de lado su interés por desarrollar un tipo de teología especulativa y controversial para tratar directamente con el problema de cómo una persona se convierte al cristianismo y de cómo permanece siendo cristiano, hasta alcanzar su perfección.
Es por eso que esta situación de las personas, hace que sólo trate aquellas verdades que son necesarias para la salvación.
Para Wesley, la religión no es un conjunto de creencias o maneras de adorar a Dios. Es principalmente “la vida de Dios en el alma humana”. Es la “santidad de corazón y vida”.
Al revisar la teología de Wesley podemos ver que ella se manifiesta en los siguientes hechos:
- Vivió como un evangelista itinerante, dando a conocer el amor de Dios;
- Llamó a multitudes al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo;
- Reunió a los conversos en sociedades para su edificación mutua;
- Su principal interés era diseminar la santidad en toda la nación y en el mundo;
- El énfasis en la educación era unir la fe y el conocimiento por mucho tiempo separados;
- Escribió sus sermones y otras obras para ponerlas al alcance del pueblo.
- Salvó a una nación de una revolución sangrienta, a partir de la proclamación del Evangelio.